domingo, 6 de abril de 2014

Frasco de Luz por Luciana Schwarzman

Zoe metió el último bichito de luz en el frasco y lo cerró.
Le hizo unos agujeros diminutos para que pudiesen respirar.
Lo agitó despacio así movieran las colas y de a poco fuesen haciendo dibujos de luz.
Con la figura reflejada del mar, Zoe le dio un mordisco a la luna.
Cuando apareció una ola, de esas rasposas con espuma, sorbió a la noche desde el pico de una botella que traía un mensaje y quedó anclada entre dos piedras musgosas.
Ya cuando los bichitos de luz titilaban para iluminar otra imagen, Zoe se había acomodado junto a un mejillón.
Pudo ver llegar al barco.
Se veía cerca y lejos a la vez, apoyado en la línea en que la noche se come al mar.
Y viceversa.
Zoe guardó un pestañeo para despedirlo.
Comenzó a respirar en frío mientras que un vaivén de cuna la acercaba a su encuentro.
El silencio seco en los oídos traspasó ecos de profundidad. Tironeada, hundió el brillo verde que la acobijaba.
Dejó recuerdos en frascos, noches de luz y bichitos de cristal.
 
Ilustración de Luciana González Verbauwede